Qué 2023 espera al sector de la reforma y la rehabilitación
El incremento de los precios se moderará, y los fondos europeos tendrán por fin efecto en la actividad
Iba a ser el año de la recuperación post-Covid, pero la guerra en Ucrania, el alza de ciertas materias primas, la crisis energética y el shock inflacionario todo lo ha cambiado. Aun así, 2022 ha sido un buen año para la construcción. En el ámbito de la reforma, la caída de actividad de los últimos meses se ha visto compensada, en términos económicos, por el incremento de los costes.
A falta de datos definitivos, el volumen de negocio superará al del ejercicio 2021, si bien no está de más diferenciar actividad de valor económico. Y no hablamos de un sector cualquiera: el de reforma y rehabilitación es un sector nuclear dentro de las inversiones contenidas en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR, o Perte), llamado a transformar el país desde una perspectiva económica, social, medioambiental y tecnológica. La rehabilitación residencial congrega una dotación de 3.430 millones dentro del Perte financiado a partir de fondos europeos, de los que casi 3.000 millones son subvenciones directas.
Las tendencias no nos permiten sacar demasiadas conclusiones: la actividad experimenta un ligero retroceso respecto a 2021, debido a una mayor caída de lo previsto en cuanto a reforma de vivienda habitual. Sin embargo, la reforma incrementa su valor de mercado a precios corrientes debido al incremento de los precios de los materiales. La rehabilitación, por su parte, todavía no ha visto impulsada su actividad como consecuencia de la aplicación de los fondos Next Gen, algo que cambiará en 2023.
La caída en la reforma de la vivienda tiene su lógica y radica en las dificultades económicas y la desconfianza de los hogares debido a la subida de los precios y la situación económica en general. Y no menos importante, una natural regresión a la media fruto de un importante shock de demanda de 2021.
Así, las obras relacionadas con la compraventa de vivienda de segunda mano en 2022 van a superar sobradamente al número de obras realizadas en 2021. Sin embargo, descienden razonablemente las obras en la vivienda habitual o en la segunda vivienda.
Siguiendo con la incertidumbre económica, la tasa de morosidad de las empresas aumenta sobre el año anterior, pero de manera poco apreciable.
En líneas más generales, para 2023 prevemos una moderación en el incremento de los precios y, no menos importante, la ejecución de los fondos Next Generation EU para rehabilitación. Unos fondos que no están llegando a la economía real y que viven instalados en un marco ineficiente tanto a nivel administrativo como competencial, lo que ha ralentizado el ritmo de ejecución e impedido impulsar la demanda.
Sin embargo, para 2023 estimamos que, por fin, tendrán efecto sobre la actividad. Aunque el marco competencial y los posibles cuellos de botella en las administraciones no ayudan a la toma de decisiones, una comunidad de propietarios bien informada verá claramente la oportunidad. Asimismo, hay que ser conscientes de un factor clave para nuestro sector: la dificultad de encontrar mano de obra cualificada.
Al igual que las previsiones macroeconómicas generales que proyectan el Gobierno y las diferentes instituciones, el horizonte de la reforma y la rehabilitación vive en constante revisión. Por ello, aunque creemos que, debido a las tensiones internacionales, la actividad del sector podría seguir cayendo en 2023, son previsiones que hay que agarrar con pinzas, ya que es muy difícil vaticinar cuál será el comportamiento de los precios de los materiales para los próximos meses.
Lo que sí esperamos es un cambio en la dinámica tradicional tanto de los trabajos de ejecución de obra como del mix de materiales empleados. Y esto va a generar ganadores y perdedores tanto en la industria como en la distribución profesional, cuya adaptación a un nuevo modelo de trabajo dominante es clave para su competencia futura.
Este hecho puede acontecer porque estamos a las puertas del nacimiento de un nuevo mercado para los agentes de la construcción, el de rehabilitación energética. Y el gasto de los hogares en materiales puede cambiar de unas soluciones tradicionales a otras ligadas al ahorro energético. En estos momentos, cerca de un 83% del parque edificado presenta una muy baja calidad energética. A lo que hay que sumar el ritmo de envejecimiento de edificios y viviendas, una tendencia que amenaza con dejar obsolescente el parque edificado. Un parque que representa el principal elemento de ahorro de los hogares españoles por el peso que la vivienda en propiedad tiene en nuestro país.
El punto de inflexión en el que estamos inmersos está relacionado con la transformación de la economía española: la rehabilitación es una política estratégica para revolucionar económicamente nuestro país, modernizarlo, mejorar la sostenibilidad de nuestras ciudades y reducir la dependencia energética.
Los fondos europeos deben traer no solo un cambio económico, sino cultural: la demanda de una economía la generan las personas. Y las personas se mueven por inercias, por hábitos ya asentados. La rehabilitación, por ejemplo, tiene su nicho en un público de edad adulta, a veces muy avanzada. No es un mercado para un público adolescente y joven, si bien echamos de menos que este perfil con capacidad de influenciar en los mayores no disponga de información adecuada para influir debidamente.
La inversión en la mejora del parque edificado nunca ha formado parte de las prioridades de gasto en los consumidores, una barrera cultural que entre todos debemos empezar a erosionar. La reforma y rehabilitación componen una estrategia central para movilizar fondos comunitarios hasta 2026. Si este es el punto de inflexión, ahora solo podemos crecer.
Sebastián Molinero es secretario general de Andimac
Fuente: Cinco Días